Winter Solstice Song...
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(Pijamasurf)
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"El solsticio de invierno es una fecha sumamente especial para
aquellas personas que consideran que vivimos en una relación de
interdependencia con la naturaleza y que, como si fuere, vivimos
interpenetrados por el cosmos. Para la mayoría de las antiguas
tradiciones el hombre y la naturaleza terrestre eran un microcosmos que
reflejaba los principios del macrocosmos o del cielo, así la vida humana
dependía y encontraba sentido en su relación con el universo y la
deidad. Esta relación se hacía patente particularmente con los
equinoccios y los solsticios, fechas que, además de marcar el cambio de
estación y con esto un nuevo aspecto de energía arquetípica o procesal,
eran utilizadas como hitos o marcadores dentro del calendario religioso.
Eran de alguna manera los cumpleaños y santorales de los dioses y las
potencias de la naturaleza.
Este 21 de diciembre del 2017 se celebra el solsticio de invierno en
el hemisferio norte. Esta fecha era especialmente celebrada como la
muerte y el renacimiento del sol (el Sol Invictus). El inicio del
invierno y la caída de la fuerza vital tienen en su anverso ya, el
renacimiento del Sol, ya que si bien hoy es el día más oscuro del año en
lo siguientes días el día empezará a ganar luz, para llevar a la
naturaleza a la fruición.
En un sentido esotérico el solsticio tiene que ver con el logro
místico de la inmortalidad. El neoplatónico Porfirio escribe en su Cueva de las Ninfas:
Algunos de estos teólogos consideran a
Cáncer y a Capricornio como dos puertos; Platón los llama las dos
puertas. De ellas, afirman que Cáncer es la puerta a través de la cual
las almas descienden, y Capricornio aquella a través de la cual
ascienden, y cambian una condición material por una condición divina del
ser. Cáncer, de hecho, está al norte y adaptado al descenso: pero
Capricornio, está al sur, y acomodado para el ascenso. Y así es, las
puertas de la cueva que mira hacia el norte tienen gran portento, el
cual se dice que es previo al descenso del hombre: pero las puertas del
sur no son las avenidas de los dioses, sino de las almas ascendiendo a
los dioses. Bajo esta consigna, el poeta [Homero] no dice que sean el
pasaje de los dioses, sino de los inmortales; dicha apelación es común a
nuestras almas, ya sea en toda su esencia, o en particular en una
porción excelsa, son denominadas inmortales.
[..] Los romanos celebran su Saturnalia
cuando el Sol está en Capricornio, y en esta festividad, los sirvientes
usan los zapatos de aquellos que están libres, y todas las cosas son
distribuidas comunalmente entre ellos; el legislador sugiriendo con esta
ceremonia, que aquellos que son sirvientes en el presente, serán más
tarde liberados por el festejo de la Saturnalia, y por la casa atribuida
a Saturno, i.e. Capricornio; cuando revivan en el signo, y se hayan
despojado de las vestimentas materiales de la generación, regresarán a
su felicidad prístina, a la fuente de la vida.
El filósofo canadiense Manly P. Halla habla sobre el simbolismo espiritual de la luz:
La adoración de la naturaleza es la
adoración de las realidades de las cosas con una humilde resolución de
aprender las lecciones de la luz y la vida, de que, con el tiempo, nos
convirtamos en honrados sirvientes de esta Casa de la Refulgencia. Todas
las religiones han tenido dioses de la luz y estos dioses de la luz son
dioses del amor. Son deidades que protegen, preservan, elevan y redimen
toda forma de vida en la naturaleza.
Y dentro de esta luz tenemos todas las
leyes de la vida, y las leyes de la vida son los mandamientos, los
métodos, los principio a través de los cuales la vida logra la
perfección.
El Sol es vida, y esta vida es la
propiedad común en todas las cosas, el poder del cual dependemos. Desde
el más pequeño átomo hasta la más grande estrella, la luz es un símbolo
de la presencia de la vida. Esta vida es una promesa, algo que debemos
de comprender, esta luz no es algo que se encendió súbitamente de la
nada, en un antiguo eón, esta luz es eterna. Por ello la vida es eterna,
la inmortalidad es una certidumbre, el crecimiento es inevitable.
Porque todas las cosas buenas, todas las revelaciones, están basadas en
la inevitable e inmediata y eterna presencia de la vida. La vida es por
ello algo muy sagrado y al observar su descenso a través de los
diferentes ordenes de creación, vemos que la vida se difunde en el ser
humano. Hay vida en nosotros y esta vida en nosotros ha hecho su
tabernáculo en la carne.
El solsticio de invierno es entonces está oportunidad de sintonizar o
resonar con este proceso de la naturaleza de muerte-renacimiento (la
muerte en la naturaleza es siempre transformación). Muerte que es
necesaria para crecer y liberarse de viejas ataduras; y para morir es
necesario entregarse, soltar y vaciarse. Dejar de aferrarse a la
identidad y abrazar el proceso en sí de la vida, la cual no nos
pertenece, sino que somos apenas una expresión particular dentro de su
infinita unidad. Como escribió Emerson: "no somos nada, pero esa luz es
todo"..."
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