Mundo Fusion

martes, febrero 28, 2017

I wish I had an Angel for one moment of Love...

 "Quién si yo gritara, me escucharía entre las órdenes
Angélicas? Y aún si de repente algún Ángel
me apretara contra su Corazón, me suprimiría
su existencia más fuerte. Pues la belleza no es nada
sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces
de soportar, lo que sólo admiramos porque serenamente
desdeña destrozarnos. Todo Ángel es terrible..." 
(Primera Elegía de Duino - Rainer María Rilke)


"Mi experiencia como médico, al igual que mi propia vida, me han puesto incesantemente ante la pregunta sobre el Amor, y nunca fui capaz de dar una respuesta válida. Como Job, tuve que «taparme la boca con la mano. Hablé una vez, no he de repetir» (Job, 40, 4 s.). Aquí se trata de lo más grande y de lo más pequeño, de lo más lejano y de lo más cercano, de lo más alto y de lo más hondo, y nunca puede decirse una cosa sin la otra. Ninguna lengua se encuentra a la altura de esta paradoja. Sea lo que sea que pueda decirse, ninguna palabra expresa la totalidad. Hablar de aspectos parciales es siempre excesivo o demasiado poco, cuando lo que tiene sentido es solamente la totalidad. El Amor «todo lo soporta» y «todo lo espera» (I Cor. 13, 7). Este texto lo dice todo. No podría agregársele nada. Nosotros, en el sentido más profundo, somos las víctimas o los medios e instrumentos del «Amor» cosmogónico. Pongo esa palabra entre comillas para dejar claro que con ello no me refiero meramente al anhelo, a la preferencia, al favor, al deseo y cosas similares, sino a un todo, único e indivisible, que supera al individuo. El ser humano, como parte, no comprende el todo. Se encuentra sometido a él. Puede decir «sí» o puede enojarse; pero siempre está atrapado y encerrado en el todo. Siempre depende de él y está fundado en él. El Amor es su luz y su tiniebla, cuyo final no alcanza a ver. «El Amor no acaba nunca», incluso si hablase «las lenguas de los Ángeles» o si persiguiese con rigor científico la vida de la célula hasta su fondo más recóndito. Puede documentar el Amor con todos los nombres que están a su disposición, pero solamente se perderá en infinitos autoengaños. Si posee un grano de sabiduría, rendirá las armas y llamará a lo ignotum per ignotius, es decir, con los nombres divinos. Esto constituirá una confesión de su inferioridad, imperfección y dependencia, pero a la vez un testimonio de su libertad de elección entre la verdad y el error..." (Recuerdos - Carl Gustav Jung)