La Diosa Blanca...
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La Diosa Blanca
(Robert Graves)
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"«¿Cuál es la utilidad o la función de la poesía en la actualidad?» es una pregunta no
menos acerba porque la hagan con insolencia tantos estúpidos o la respondan con
apologías tantos tontos. La función de la poesía es la invocación religiosa de la Musa;
su utilidad es la mezcla de exaltación y de horror que su presencia suscita.
¿Pero «en la
actualidad»? La función y la utilidad siguen siendo las mismas; sólo la aplicación ha
cambiado. Esta era en un tiempo una advertencia al hombre de que debía mantenerse en
armonía con la familia de criaturas vivientes entre las cuales había nacido, mediante la
obediencia a los deseos del ama de casa; ahora es un recordatorio de que no ha tenido en
cuenta la advertencia, ha trastornado la casa con sus caprichosos experimentos en la
filosofía, la ciencia y la industria, y se ha arruinado a sí mismo y a su familia. La
«actual» es una civilización en la que son deshonrados los principales emblemas de la
poesía. En la que la serpiente, el león y el águila, corresponden a la carpa del circo; el
buey, el salmón y el jabalí a la fábrica de conservas; el caballo de carrera y el lebrel a las
pistas de apuestas; y el bosquecillo sagrado al aserradero. En la que la Luna es
menospreciada como un apagado satélite de la Tierra y la mujer considerada como
«personal auxiliar del Estado». En la que el dinero puede comprar casi todo menos la
verdad y a casi todos menos al poeta poseído por la verdad.
Decid, si queréis, que soy la zorra que ha perdido el rabo; no soy sirviente de
nadie y he decidido vivir en las afueras de una aldea montañesa de Mallorca, católica
pero anticlerical, donde la vida se rige todavía por el viejo ciclo agrícola. Sin mi rabo, o
sea sin mi contacto con la civilización urbana, todo lo que escribo tiene que ser leído
perversa e impertinentemente por aquellos de vosotros que estáis todavía engranados a
la maquinaria industrial, ya sea directamente, en calidad de obreros, administradores,
comerciantes o anunciantes, o ya indirectamente, en calidad de funcionarios públicos,
editores, periodistas, maestros de escuela o empleados de una corporación de
radiotelefonía. Si sois poetas, os daréis cuenta de que la aceptación de mi tesis histórica
os compromete a una confesión de deslealtad que estaréis poco dispuestos a hacer;
elegisteis vuestras tareas porque prometían proporcionaros un ingreso seguro y tiempo
para prestar a la Diosa que adoráis un valioso servicio de media jornada. Preguntaréis
quién soy yo para advertiros que ella exige un servicio de jornada completa o ninguno
absolutamente.
¿Y acaso os sugiero que renunciéis a vuestras tareas y, por falta de
capital suficiente, os establezcáis como pequeños arrendatarios u os convirtáis en
pastores románticos -como hizo Don Quijote cuando no pudo ponerse de acuerdo con el
mundo moderno- en remotas granjas no mecanizadas? No, mi falta de rabo me impide
hacer cualquier sugerencia práctica. Sólo me atrevo a hacer una exposición histórica del
problema; no me interesa cómo os las arregláis con la Diosa. Ni siquiera se si sois serios
en vuestra profesión poética..."
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