Canto a mi mismo...
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Canto a mi mismo (Walt Whitman)
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(...)
48
Yo he dicho que el alma no es más que el cuerpo,
Y he dicho que el cuerpo no es más que el alma;
Y que nada, ni siquiera Dios, es más grande para cualquiera
que una partícula de sí mismo,
Y que cualquiera que marche un kilómetro sin simpatía,
avanza hacia sus funerales cubierto con su mortaja,
Y que tú o yo, sin un céntimo en el bolsillo, podemos adquirir
lo mejor que en la tierra existe,
Y que mirar con un solo ojo o mostrar una habichuela en
su vaina confunde la sabiduría de todos los tiempos,
Y que no existe trabajo o empleo que, siguiéndolo un hombre
joven, a la postre no lo convierta en un héroe,
Y que no hay objeto, por frágil que sea, que no sirva de
eje para la rueda del universo,
Y yo le digo a todo hombre y a toda mujer: que tu alma
se mantenga serena y tranquila ante un millón de universos.
Y yo le digo a la humanidad: no te muestres curiosa en
cuanto a Dios,
Yo, que tengo curiosidad por cada cosa, no manifiesto curiosidad
alguna en cuanto a Dios;
(No hay palabras suficientes para expresar hasta qué punto
estoy en paz con Dios y con la muerte.)
Yo escucho y contemplo a Dios en todo objeto, pero no lo
comprendo bajo ningún concepto,
Tampoco concibo que pueda existir algo más maravilloso
que yo mismo.
¿Por qué he de pretender que Dios es mejor que este día?
Algunas veces veo a Dios en cada una de las veinticuatro
horas del día, y también en cada instante;
En los rostros de los hombres y de las mujeres veo a Dios,
y en mi propio rostro cuando me contemplo ante el espejo;
Encuentro cartas de Dios abandonadas en las calles, y cada
una lleva la firma con el nombre de Dios,
Y yo las dejo donde están, porque sé que en cualquier lugar
donde yo vaya,
Con la misma puntualidad, otras cartas llegarán y llegarán.
49
Y en cuanto a ti, Muerte, tú, amargo beso de la inmortalidad,
es inútil que intentes alarmarme.
A tu labor incansable acude el comadrón;
Veo la mano avezada y veterana barajando, recibiendo, sosteniendo;
Me reclino cerca del umbral de las puertas elegantes y
acogedoras,
Y observo la salida, observo a los que acuden con su socorro
y también a los que huyen del peligro.
Y en cuanto a ti, Cadáver, creo que eres buen abono, pero
eso a mí no me ofende;
Yo huelo las blancas rosas creciendo y perfumando,
Alcanzo los florecidos labios, yo beso los senos bruñidos
como los melones...
Y en cuanto a ti, Vida, reconozco que eres el residuo de
muchas muertes;
(Sin duda, yo mismo he muerto antes diez mil veces.)
Yo os escucho murmurar allá, ¡oh, estrellas celestiales!
¡Oh, soles!- ¡Oh, hierbas de las tumbas!- ¡Oh, perpetuos
cambios y migraciones!
Si nada me decías, ¿qué puedo yo deciros?
De la turbia charca que duerme en el bosque otoñal,
De la luna que desciende por las abruptas pendientes en el
susurrante crepúsculo,
¡ Agitaos, chispas del día y de las tinieblas, agitaos entre
los negros troncos que en el lodo se hunden!
¡Agitaos con el gemebundo murmurio del seco ramaje!
Yo vengo de la luna, y vengo de la noche;
Percibo la siniestra claridad que en el mediodía reflejan
los rayos solares;
Y de la cuna grande o pequeña, yo desciendo hasta lo estable
y central.
50
Está en mí.- No sé lo qué es, pero yo sé que en mí está.
Arrebatado y sudoroso, mi cuerpo ha recobrado la frescura
y la calma,
Duermo, duermo largo rato.
Yo no lo conozco. No tiene nombre. Es una palabra que
jamás fue pronunciada;
No está en ningún diccionario, ni como expresión, ni como
símbolo.
Se cierne sobre algo que es más que la tierra sobre la cual
yo me cierno;
Anunciando la creación, es como el amigo cuyo abrazo
me despierta.
Acaso yo pudiera decir más. ¡Esquemas!
Yo imploro por mis hermanos y mis hermanas.
¿Véis? ¡oh hermanos, oh hermanas míos!
No es el caos o la muerte,
Es la forma, la conjunción, el plan,
Es la vida eterna, es la Felicidad.
51
El pasado y el presente se desvanecen- los he colmado,
los he vaciado,
Y, para el futuro, me apresto a llenar mi próxima cuna.
¡Tú que allá en lo alto, escuchas! ¿Qué tienes que confiarme?
Mírame de frente mientras resoplo recorriendo el oblicuo
camino del atardecer;
(Habla honestamente, nadie más te escucha, y yo no permaneceré
ni un minuto más).
¿Acaso me contradigo?
Muy bien; me contradigo,
(Yo soy amplio, contengo las multitudes).
Yo me concentro en aquellos que están próximos, y
aguardo su paso, en el umbral.
¿Quién ha dado fin a la diaria jornada?
¿Quién fue el primero en terminar su comida?
¿Quién quiere pasear conmigo?
¿Quieres hablar antes de mi partida? ¿No estarás ya retrasado?
52
El halcón sobre mí se abate, acusándome, lamentándose
de mi parloteo y de mi pereza.
Yo también soy indomable, también yo soy intraducible;
Yo hago resonar mi bárbaro aullido sobre los techados del mundo.
Sobre mí se retrasa el postrer fulgor del día;
Proyecta mi imagen, después de las otras, y es más verdadera
que otra cualquiera sobre las landas invadidas
por la sombra.
Me empuja hacia la bruma y el crepúsculo.
Como el aire me alejo, sacudo mi blanca cabellera hacia el
sol declinante;
Entrego mi carne a los remolinos, y la dejo marchar a la
deriva entre crestas de encajes
Me entrego al barro para renacer en la hierba amada;
Si todavía me amas, búscame bajo las suelas de tus zapatos.
Quizá no sepas lo que yo soy ni lo que yo significo,
Pero, de todas maneras, seré saludable para ti,
Y justificaré y fortaleceré tu sangre.
Si tú no me alcanzas con el primer golpe, ¡animate!
Si tú no me encuentras en un lugar, ¡búscame en otro!
He hecho alto en alguna parte para esperarte..."
48
Yo he dicho que el alma no es más que el cuerpo,
Y he dicho que el cuerpo no es más que el alma;
Y que nada, ni siquiera Dios, es más grande para cualquiera
que una partícula de sí mismo,
Y que cualquiera que marche un kilómetro sin simpatía,
avanza hacia sus funerales cubierto con su mortaja,
Y que tú o yo, sin un céntimo en el bolsillo, podemos adquirir
lo mejor que en la tierra existe,
Y que mirar con un solo ojo o mostrar una habichuela en
su vaina confunde la sabiduría de todos los tiempos,
Y que no existe trabajo o empleo que, siguiéndolo un hombre
joven, a la postre no lo convierta en un héroe,
Y que no hay objeto, por frágil que sea, que no sirva de
eje para la rueda del universo,
Y yo le digo a todo hombre y a toda mujer: que tu alma
se mantenga serena y tranquila ante un millón de universos.
Y yo le digo a la humanidad: no te muestres curiosa en
cuanto a Dios,
Yo, que tengo curiosidad por cada cosa, no manifiesto curiosidad
alguna en cuanto a Dios;
(No hay palabras suficientes para expresar hasta qué punto
estoy en paz con Dios y con la muerte.)
Yo escucho y contemplo a Dios en todo objeto, pero no lo
comprendo bajo ningún concepto,
Tampoco concibo que pueda existir algo más maravilloso
que yo mismo.
¿Por qué he de pretender que Dios es mejor que este día?
Algunas veces veo a Dios en cada una de las veinticuatro
horas del día, y también en cada instante;
En los rostros de los hombres y de las mujeres veo a Dios,
y en mi propio rostro cuando me contemplo ante el espejo;
Encuentro cartas de Dios abandonadas en las calles, y cada
una lleva la firma con el nombre de Dios,
Y yo las dejo donde están, porque sé que en cualquier lugar
donde yo vaya,
Con la misma puntualidad, otras cartas llegarán y llegarán.
49
Y en cuanto a ti, Muerte, tú, amargo beso de la inmortalidad,
es inútil que intentes alarmarme.
A tu labor incansable acude el comadrón;
Veo la mano avezada y veterana barajando, recibiendo, sosteniendo;
Me reclino cerca del umbral de las puertas elegantes y
acogedoras,
Y observo la salida, observo a los que acuden con su socorro
y también a los que huyen del peligro.
Y en cuanto a ti, Cadáver, creo que eres buen abono, pero
eso a mí no me ofende;
Yo huelo las blancas rosas creciendo y perfumando,
Alcanzo los florecidos labios, yo beso los senos bruñidos
como los melones...
Y en cuanto a ti, Vida, reconozco que eres el residuo de
muchas muertes;
(Sin duda, yo mismo he muerto antes diez mil veces.)
Yo os escucho murmurar allá, ¡oh, estrellas celestiales!
¡Oh, soles!- ¡Oh, hierbas de las tumbas!- ¡Oh, perpetuos
cambios y migraciones!
Si nada me decías, ¿qué puedo yo deciros?
De la turbia charca que duerme en el bosque otoñal,
De la luna que desciende por las abruptas pendientes en el
susurrante crepúsculo,
¡ Agitaos, chispas del día y de las tinieblas, agitaos entre
los negros troncos que en el lodo se hunden!
¡Agitaos con el gemebundo murmurio del seco ramaje!
Yo vengo de la luna, y vengo de la noche;
Percibo la siniestra claridad que en el mediodía reflejan
los rayos solares;
Y de la cuna grande o pequeña, yo desciendo hasta lo estable
y central.
50
Está en mí.- No sé lo qué es, pero yo sé que en mí está.
Arrebatado y sudoroso, mi cuerpo ha recobrado la frescura
y la calma,
Duermo, duermo largo rato.
Yo no lo conozco. No tiene nombre. Es una palabra que
jamás fue pronunciada;
No está en ningún diccionario, ni como expresión, ni como
símbolo.
Se cierne sobre algo que es más que la tierra sobre la cual
yo me cierno;
Anunciando la creación, es como el amigo cuyo abrazo
me despierta.
Acaso yo pudiera decir más. ¡Esquemas!
Yo imploro por mis hermanos y mis hermanas.
¿Véis? ¡oh hermanos, oh hermanas míos!
No es el caos o la muerte,
Es la forma, la conjunción, el plan,
Es la vida eterna, es la Felicidad.
51
El pasado y el presente se desvanecen- los he colmado,
los he vaciado,
Y, para el futuro, me apresto a llenar mi próxima cuna.
¡Tú que allá en lo alto, escuchas! ¿Qué tienes que confiarme?
Mírame de frente mientras resoplo recorriendo el oblicuo
camino del atardecer;
(Habla honestamente, nadie más te escucha, y yo no permaneceré
ni un minuto más).
¿Acaso me contradigo?
Muy bien; me contradigo,
(Yo soy amplio, contengo las multitudes).
Yo me concentro en aquellos que están próximos, y
aguardo su paso, en el umbral.
¿Quién ha dado fin a la diaria jornada?
¿Quién fue el primero en terminar su comida?
¿Quién quiere pasear conmigo?
¿Quieres hablar antes de mi partida? ¿No estarás ya retrasado?
52
El halcón sobre mí se abate, acusándome, lamentándose
de mi parloteo y de mi pereza.
Yo también soy indomable, también yo soy intraducible;
Yo hago resonar mi bárbaro aullido sobre los techados del mundo.
Sobre mí se retrasa el postrer fulgor del día;
Proyecta mi imagen, después de las otras, y es más verdadera
que otra cualquiera sobre las landas invadidas
por la sombra.
Me empuja hacia la bruma y el crepúsculo.
Como el aire me alejo, sacudo mi blanca cabellera hacia el
sol declinante;
Entrego mi carne a los remolinos, y la dejo marchar a la
deriva entre crestas de encajes
Me entrego al barro para renacer en la hierba amada;
Si todavía me amas, búscame bajo las suelas de tus zapatos.
Quizá no sepas lo que yo soy ni lo que yo significo,
Pero, de todas maneras, seré saludable para ti,
Y justificaré y fortaleceré tu sangre.
Si tú no me alcanzas con el primer golpe, ¡animate!
Si tú no me encuentras en un lugar, ¡búscame en otro!
He hecho alto en alguna parte para esperarte..."
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