Mundo Fusion

martes, marzo 07, 2017

Luces de Bohemia...

DON GAY.-Es preciso reconocerlo. No hay país comparable a Inglaterra. Allí el sentimiento religioso tiene tal decoro, tal dignidad, que indudablemente las más honorables familias son las más religiosas. Si España alcanzase un más alto concepto religioso, se salvaba. 

MAX.-¡Recémosle un Réquiem! Aquí los puritanos de conducta son los demagogos de la extrema izquierda. Acaso nuevos cristianos, pero todavía sin saberlo. 

DON GAY.-Señores míos, en Inglaterra me he convertido al dogma iconoclasta, al cristianismo de oraciones y cánticos, limpio de imágenes milagreras. ¡Y ver la idolatría de este pueblo! 

MAX.-España, en su concepción religiosa, es una tribu del Centro de África. 

DON GAY.-Maestro, tenemos que rehacer el concepto religioso, en el arquetipo del hombre-Dios. Hacer la Revolución Cristiana, con todas las exageraciones del Evangelio. 

DON LATINO.-Son más que las del compañero Lenin. 

ZARATUSTRA.-Sin religión no puede haber buena fe en el comercio. 

DON GAY.-Maestro, hay que fundar la Iglesia Española Independiente. 

MAX.-Y la Sede Vaticana, El Escorial. 

DON GAY.-¡Magnífica Sede! 

MAX.-Berroqueña. 

DON LATINO.-Ustedes acabarán profesando en la Gran Secta Teosófica. Haciéndose iniciados de la sublime doctrina. 

MAX.-Hay que resucitar a Cristo. 

DON GAY.-He caminado por todos los caminos del mundo, y he aprendido que los pueblos más grandes no se constituyeron sin una Iglesia Nacional. La creación política es ineficaz si falta una conciencia religiosa con su ética superior a las leyes que escriben los hombres.  

MAX.-Ilustre Don Gay, de acuerdo. La miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte. La Vida es un magro puchero; la Muerte, una carantoña ensabanada que enseña los dientes; el Infierno, un calderón de aceite albando donde los pecadores se achicharran como boquerones; el Cielo, una kermes sin obscenidades, a donde, con permiso del párroco, pueden asistir las Hijas de María. Este pueblo miserable transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Su religión es una chochez de viejas que disecan al gato cuando se les muere...






SERAFÍN EL BONITO.-¿Cómo se llama usted? 

MAX.-Mi nombre es Máximo Estrella. Mi seudónimo, Mala Estrella. Tengo el honor de no ser Académico. 

SERAFÍN EL BONITO.-Está usted propasándose. Guardias, ¿por qué viene detenido? 

UN GUARDIA.-Por escándalo en la vía pública y gritos internacionales. ¡Está algo briago! 

SERAFÍN EL BONITO.-¿Su profesión? 

MAX.-Cesante. 

SERAFÍN EL BONITO.-¿En qué oficina ha servido usted? 

MAX.-En ninguna. 

SERAFÍN EL BONITO.-¿No ha dicho usted que cesante? 

MAX.-Cesante de hombre libre y pájaro cantor. ¿No me veo vejado, vilipendiado, encarcelado, cacheado e interrogado?  

SERAFÍN EL BONITO: ¿Dónde vive usted?
 
MAX: Bastardillos. Esquina a San Cosme. Palacio.  

UN GUINDILLA: Diga usted casa de vecinos. Mi señora, cuando aún no lo era, habitó un sotabanco de esa susodicha finca.  

MAX: Donde yo vivo, siempre es un palacio.
 
EL GUINDILLA: No lo sabía.  

MAX: Porque tú, gusano burocrático, no sabes nada. ¡Ni soñar..!

 
EL PRESO: Usted no es proletario.

MAX: Yo soy el dolor de un mal sueño.

EL PRESO: Parece usted hombre de luces. Su hablar es como de otros tiempos.

MAX: Yo soy un poeta ciego.

EL PRESO: ¡No es pequeña desgracia!... En España el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero...


MAX.-¡Salud, hermano, si menor en años, mayor en prez! 

RUBÉN. - ¡Admirable! ¡Cuánto tiempo sin vernos, Max! ¿Qué haces? 

MAX.-¡Nada! 

RUBÉN. - ¡Admirable! ¿Nunca vienes por aquí? 

MAX.-El café es un lujo muy caro, y me dedico a la taberna, mientras llega la muerte. 

RUBÉN.-Max, amemos la vida, y mientras podamos, olvidemos a la Dama de Luto. 

MAX.-¿Por qué? 

RUBÉN.-¡No hablemos de Ella! 

MAX.-¡Tú la temes, y yo la cortejo! ¡Rubén, te llevaré el mensaje que te plazca darme para la otra ribera de la Estigia! Vengo aquí para estrecharte por última vez la mano, guiado por el ilustre camello Don Latino de Hispalis. ¡Un hombre que desprecia tu poesía, como si fuese Académico! 

(...)

MAX.-Latino, ya no puedo gritar... ¡Me muero de rabia!... Estoy mascando ortigas. Ese muerto sabía su fin... No le asustaba, pero temía el tormento... La Leyenda Negra, en estos días menguados, es la Historia de España. Nuestra vida es un círculo dantesco. Rabia y vergüenza. Me muero de hambre, satisfecho de no haber llevado una triste velilla en la trágica mojiganga. ¿Has oído los comentarios de esa gente, viejo canalla? Tú eres como ellos. Peor que ellos, porque no tienes una peseta y propagas la mala literatura, por entregas. Latino, vil corredor de aventuras insulsas, llévame al Viaducto. Te invito a regenerarte con un vuelo...