El Dueño del Tiempo...
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Momo - Michael Ende
Momo - Michael Ende
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"En la noche brilla tu luz.
De dónde, no lo sé.
Tan cerca parece y tan lejos.
Cómo te llamas, no lo sé.
Lo que quiera que seas:
luce, pequeña estrella ..."
(Según una vieja canción infantil de Irlanda).
"En la noche brilla tu luz.
De dónde, no lo sé.
Tan cerca parece y tan lejos.
Cómo te llamas, no lo sé.
Lo que quiera que seas:
luce, pequeña estrella ..."
(Según una vieja canción infantil de Irlanda).
"—¿Y cuándo naciste?
Momo pensó un rato y dijo, por fin:
—Por lo que puedo recordar, siempre he existido..."
"Algunas cosas necesitan su tiempo, y tiempo era lo único que Momo tenía de sobra..."
"Sólo Momo sabía esperar tanto y entendía lo que decía. Sabía que se tomaba tanto tiempo para no decir nunca nada que no fuera verdad. Pues en su opinión, todas las desgracias del mundo nacían de las muchas mentiras, las dichas a propósito, pero también las involuntarias, causadas por la prisa o la imprecisión..."
"Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar el ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo. Hay calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, porque todos sabemos que, a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante esa hora. Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón..."
"Pero, pensaba con pesimismo, mi trabajo no me deja tiempo para ello. Porque para vivir de verdad hay que tener tiempo. Hay que ser libre. Pero yo seguiré toda mi vida preso del chasquido de las tijeras, el parloteo y la espuma de jabón..."
"Pero la realidad era muy otra. Es cierto que los ahorradores de tiempo iban mejor vestidos que los que vivían cerca del viejo anfiteatro. Ganaban más dinero y podían gastar más. Pero tenían caras desagradables, cansadas o amargadas y ojos antipáticos. Ellos, claro está, desconocían la frase: “¡Ve con Momo!” No tenían a nadie que pudiera escucharles y les ayudara a volverse listos, amistosos o contentos. Pero incluso si hubieran tenido a alguien así es más que dudoso que jamás hubieran ido a verle, a menos que se hubiera podido resolver la cuestión en cinco minutos. Si no, lo habrían considerado tiempo perdido. Según decían, tenían que aprovechar incluso los ratos libres, con lo que tenían que conseguir como fuera y a toda prisa diversión y relajación..."
"Así que ya no podían celebrar fiestas de verdad, ni alegres ni serias. El soñar se consideraba, entre ellas, casi un crimen. Pero lo que más les costaba soportar era el silencio. Porque en el silencio les sobrevenía el miedo, porque intuían lo que en realidad estaba ocurriendo con su vida. Por eso hacían ruido siempre que los amenazaba el silencio. Pero está claro que no se trataba de un ruido divertido, como el que reina allí donde juegan los niños, sino de uno airado y pesimista, que de día en día hacía más ruidosa la ciudad..."
"Nadie se daba cuenta de que, al ahorrar tiempo, en realidad ahorraba otra cosa. Nadie quería darse cuenta de que su vida se volvía cada vez más pobre, más monótona y más fría...."
"—No sé —dijo Momo un día—, me da la impresión de que nuestros viejos amigos vienen cada vez menos a verme. Aalgunos hace tiempo que no los he visto..."
"Está claro que eran juguetes muy caros, como nunca los habían tenido los amigos de Momo, y no digamos la propia Momo. Sobre todo, esas cosas eran tan perfectas hasta el menor detalle, que uno no se podía imaginar nada. De modo que los niños se sentaban durante horas y miraban atentos y, al mismo tiempo aburridos, una de esas cosas que corría por ahí, daba vueltas o se paseaba, pero no se les ocurría nada. Por eso acababan volviendo a sus viejos juegos, para los que les bastaban un par de cajas, un mantel roto o un puñado de guijarros. Entonces podían imaginárselo todo..."
"Voy a deciros algo más —prosiguió Gigi—. Antes, a la gente también le gustaba venir a ver a Momo, para que les escuchara. Se encontraban a sí mismos, ¿entendéis lo que quiero decir? Pero ahora, eso ya no les importa. Antes, a la gente le gustaba venir a escucharme. Se olvidaban de sí mismos. Eso tampoco les importa mucho ya. Dicen que ya no tienen tiempo para esas cosas. Para vosotros tampoco tienen tiempo ya. ¿Os dais cuenta? Resulta curioso ver para qué no tienen tiempo ya...."
"Hace poco me encontré en la ciudad con un viejo conocido, un barbero. Se llama Fusi. Hacía tiempo que no le veía ya y casi no le reconocí, de tan cambiado que estaba, nervioso, gruñón. Antes era un tipo agradable, cantaba muy bien y tenía sus propias ideas sobre las cosas. Pero, de repente, ya no tiene tiempo para ello. El hombre ya no es más que la sombra de sí mismo, ya no es Fusi, ¿entendéis? Si sólo fuera él, pensaría que se había vuelto un poco loco. Pero dondequiera que se mira, se ve gente igual. Y cada vez son más. Ahora les toca a nuestros viejos amigos. Me pregunto si hay una locura contagiosa..."
"—¡Eh, Momo! —dijo, y estaba claro que le turbaba el que lo viera en ese estado—. ¿Todavía vives? ¿Qué haces por aquí?
—Te espero a ti.
—¡Mira qué chica! —dijo Nicola, mientras agitaba sonriente la cabeza—. Viene aquí, en medio de la noche, para ver a su viejo amigo Nicola. Sí, hace tiempo que tenía ganas de ir a verte, pero no tenía tiempo para esos asuntos... particulares."
"—No estoy diciendo más que tonterías —dijo, triste, de pronto—. Ves, Momo, otra vez he bebido demasiado. Lo confieso. Muchas veces bebo demasiado, ahora. Si no, no puedo soportarlo. Va contra la conciencia de un albañil honrado. Demasiada arena en el mortero, ¿entiendes? Aquello aguantará cuatro, cinco años y después se derrumbará con sólo que alguien tosa. Chapuzas, no son más que chapuzas.Eso no es lo peor. Lo peor son las casas que hacemos. Eso no son casas, eso son... eso son... almacenes de gente. Se le revuelve a uno el estómago. Pero, ¿a mí que me importa? A mí me pagan y ya está. Los tiempos cambian. Antes era diferente, y me sentía orgulloso cuando hacíamos un trabajo bien hecho. Pero ahora... Algún día, cuando haya ganado bastante, dejaré mi trabajo y me dedicaré a otra cosa..."
"Pero Nicola no fue ni al día siguiente ni al otro. No fue. Puede ser que realmente no tuviera tiempo nunca..."
"—Entonces ¿qué es lo que quieres? —preguntó Nino, nervioso—. De verdad que ahora no tenemos tiempo para ti.
—Sólo quería preguntar —contestó Momo, en voz baja— por qué hace tanto tiempo que no venís a verme.
—No lo sé —dijo Nino, irritado—. Tenemos otras preocupaciones ahora..."
"Oíd todos qué decimos: casi es tarde, vigilad, que os roban vuestro tiempo; no seáis tontos, despertad..."
"—No obstante —dijo finalmente el sexto orador—, no funciona.
—¿Por qué?
—Por la sencilla razón de que la niña, desgraciadamente, ya tiene tanto tiempo como quiere. Es inútil tratar de sobornarla con algo que tiene ya en abundancia..."
"—Esa niñita depende de sus amigos. Le gusta regalar su tiempo a los demás. Pero pensemos, por un momento, qué ocurriría si ya no hubiese nadie con quien pudiera compartir su tiempo. Como la niña no apoyará voluntariamente nuestros planes, tomaremos a sus amigos como rehenes..."
" —Porque viven de algo muerto —contestó el maestro “Hora”—. Tú sabes que viven del tiempo de los hombres. Pero ese tiempo muere literalmente cuando se lo arrancan a su verdadero propietario. Porque cada hombre tiene “su propio” tiempo. Y sólo mientras siga siendo suyo se mantiene vivo..."
"—Yo —dijo Momo, decidida— no dejaré que nadie me robe mi tiempo..."
"El maestro “Hora” volvió a sonreír.
—No, querida niña. Yo sólo soy el administrador. Mi obligación es dar a cada hombre el tiempo que le está destinado.
—¿No podrías organizarlo de tal manera —preguntó Momo—, que los ladrones de tiempo no pudieran robar más a los hombres?
—No, eso no puedo hacerlo —contestó el maestro “Hora”—, porque lo que los hombres hacen con su tiempo, tienen que decidirlo ellos mismos. También son ellos quienes han de defenderlo. Yo sólo puedo adjudicárselo..."
"—No, Momo —contestó el maestro “Hora”—. Esos relojes no son más que una afición mía. Sólo son reproducciones muy imperfectas de algo que todo hombre lleva en su pecho.Porque al igual que tenéis ojos para ver la luz, oídos para oír los sonidos, tenéis un corazón para percibir, con él, el tiempo. Y todo el tiempo que no se percibe con el corazón está tan perdido como los colores del arco iris para un ciego o el canto de un pájaro para un sordo. Pero, por desgracia, hay corazones ciegos y sordos que no perciben nada, a pesar de latir.
—¿Y si un día mi corazón dejara de latir? —preguntó Momo.
—Entonces —replicó el maestro “Hora”—, el tiempo se habrá acabado para ti, mi niña. También se podría decir que eres tú quien vuelve a través del tiempo, a través de todos tus días y noches, tus meses y años. Regresas a través de tu vida hasta llegar al gran portal de plata por el que una vez entraste..."
"—Si los hombres supiesen lo que es la muerte ya no le tendrían miedo. Y si ya no le tuvieran miedo, nadie podría robarles, nunca más, su tiempo de vida..."
"—¿Cuánto tiempo puedo quedarme contigo?
—Hasta que tú misma quieras volver con tus amigos.
—Pero, ¿puedo contarles lo que han dicho las estrellas?
—Puedes, pero no serás capaz.
—¿Por qué no?
—Porque todavía han de crecer en ti las palabras.
—Pero quiero hablarles de eso, a todos. Quiero poder cantarles las voces. Creo que entonces todo volvería a estar bien.
—Si de verdad lo quieres, Momo, tendrás que saber esperar.
—No me importa esperar.
—Esperar, mi niña, como una semilla que duerme toda una vuelta solar en la tierra antes de poder germinar. Tanto tardarán las palabras en crecer en ti. ¿Quieres eso?
—Sí —murmuró Momo..."
"No sabía que, durante mucho tiempo, no tendría otros oyentes. No podía saber que esperaba en vano a sus amigos, que había estado fuera mucho tiempo y que, mientras tanto, el mundo había cambiado..."
"—Es por la aspiración del tiempo —contestó el maestro “Hora”—. Sabes que allí hay que hacerlo todo al revés, ¿no? Y es que alrededor de la casa de “Ninguna Parte”, el tiempo corre al revés. Normalmente, el tiempo entra en ti. Por tener cada vez más tiempo dentro de ti, envejeces. Pero en la calle de “Jamás”, el tiempo sale de ti. Se puede decir que te has vuelto más joven mientras la recorrías. No mucho, sólo el tiempo que tardabas en recorrerla..."
"—Yo adjudico su tiempo a cada hombre. Contra eso no pueden hacer nada los hombres grises. Tampoco pueden detener el tiempo que yo envío. Pero pueden envenenarlo...."
"—”Casiopea” no la necesita —explicó el maestro “Hora”, mientras le rascaba la cabeza—, es un ser de fuera del tiempo. Ella lleva su tiempo en sí misma. Podría seguir arrastrándose por el mundo aun cuando todo se hubiera detenido para siempre..."
"—Le he contado todo esto —dijo—, como si ya hubiera ocurrido. También hubiera podido contarla como si fuera a ocurrir en el futuro. Para mí, no hay demasiada diferencia..."
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