Mundo Fusion

sábado, septiembre 02, 2017

Mandalas Sagrados...

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Carl Gustav Jung
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"El término «mándala» porque esta voz define el círculo ritual o mágico que se usa particularmente en el lamaísmo y después también en el yoga tántrico como yantra, como instrumento de la contemplación. En su uso del culto, los mándalas orientales son figuras establecidas tradicionalmente que no sólo se pintan o dibujan, sino que reciben también forma corporal y, ciertamente, en fiestas especiales".

"Para mí está fuera de toda duda que, en Oriente, estos símbolos han surgido originariamente de sueños y visiones y que no han sido inventados por ningún padre de la Iglesia mahayana. Al contrario, pertenecen al campo de los símbolos más antiguos de la Humanidad y quizá se tropiece con ellos ya en el Paleolítico. También están extendidos por el mundo entero, sobre lo cual no quiero seguir insistiendo aquí. En esta parte, quisiera, simplemente, mostrar, con ayuda de material empírico, cómo tienen lugar los sueños mándala".


"Los símbolos individuales del mándala, los cuales poseen las mismas cualidades de naturaleza «metafísica» por decirlo así; si todas las apariencias no engañan, significan un centro-psíquico de la personalidad, no idéntico al "Yo"..."

"Sólo paulatinamente comprendí lo que realmente es el mandala: “Formación- transformación, el eterno pasatiempo del sentido eterno”. Y esto es la individualidad, la integridad de la personalidad, que, cuando todo va bien, es armónica, pero que no soporta autodecepción alguna. Mis dibujos eran criptogramas del estado de mi individualidad, que diariamente emergian. Ví como mi individualidad, todo yo estaba en la obra. Esto pude comprenderlo al principio sólo a modo de intuición; sin embargo, ya entonces mis dibujos me parecían altamente significativos y los cuidaba como preciosas perlas.  Tenía la clara sensación de algo central, y con el tiempo adquirí una idea viva de mi mismo. Me representé la mónada que soy yo y que constituye mi mundo. El mandala, representa esta mónada y corresponde a la naturaleza microscópica del alma..."
 

"No se puede ser jamás suficientemente prudente en cosas de este tipo, pues el afán de imitación por un lado y una avaricia realmente enfermiza por otro, tendente a adueñarse de la pluma de otros y adornarse así exóticamente, induce a demasiadas personas a coger tales motivos «mágicos» y utilizarlos exteriormente como un ungüento. Al fin y al cabo, se hace todo, incluso lo más absurdo, para escapar de la propia alma. Se practica yoga indio de cualquier observancia, se observan mandamientos sobre la comida, se aprende teosofía de memoria, se recitan textos místicos de la literatura mundial entera: todo ello porque no se ha encontrado el hombre a sí mismo y carece de toda fe de que podría llegar de su propia alma algo útil en algún aspecto..."