Pigmalión y Galatea...
"En la mitología griega, Galatea (en griego antiguo Γαλάτεια Galateia, ‘blanca como la leche’)
Se llama también Galatea a la estatua erigida por el rey de Chipre Pigmalión, cuya historia narra Ovidio en el libro décimo de sus Metamorfosis. Al rey no le gustaban las mujeres porque las consideraba quisquillosas e
imperfectas, y llegó a la conclusión de que no quería casarse con nadie
y vivió sin ningún tipo de compañía femenina. Con el paso del tiempo,
el rey se sintió solo, y empezó a esculpir una estatua de marfil muy
bella y de rasgos perfectos. De tanto admirar su obra, se enamoró de
ella. En una de las grandes celebraciones en honor a la diosa Afrodita
que se celebraba en la isla, Pigmalión suplicó a la diosa que diera vida
a su amada estatua. La diosa, que estaba dispuesta a atenderlo, elevó
la llama del altar del escultor tres veces más alto que la de otros
altares. Pigmalión no entendió la señal y se fue a su casa muy
decepcionado.
Al volver a casa, contempló la estatua durante horas. Después de mucho
tiempo, el artista se levantó, y besó a la estatua. Pigmalión ya no
sintió los helados labios de marfil, sino que sintió una suave y cálida
piel en sus labios. Volvió a besarla, y la estatua cobró vida,
enamorándose perdidamente de su creador. Venus terminó de complacer al
rey concediéndole a su amada el don de la fertilidad. De esa unión nació
su hijo Pafo, que dio su nombre a la ciudad de Pafos, y su hija Metarme" (Wikipedia)
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