Mundo Fusion

jueves, junio 18, 2015

¿Dudar? Quizás...

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Tao Te King (Lao-Tsé)
Prólogo de Richard Wilhelm
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 20
Entre quizás y sin duda,
¿qué diferencia hay?
Lo bueno y lo malo,
¿en qué se diferencian?
Hay que respetar lo que los hombres respetan.
¡Oh soledad! ¿Cuánto tiempo durarás?
Todos están tan radiantes,
que parece que hubiera llegado
la fiesta del Gran Sacrificio,
como si fuese primavera
y estuvieran subiendo a las torres.
Yo soy el único que duda,
aún no se me ha aparecido ninguna señal,
soy como un recién nacido que todavía no sabe reír,
desasosegado, errante, como si no tuviera patria.
Todo el mundo vive en la abundancia,
solo yo parezco olvidado.
Tengo el corazón tan confuso y sombrío como el de un
loco.
Los hombres de este mundo
son muy lúcidos, tan lúcidos.
Solo yo parezco turbio.
Los hombres de este mundo
son inteligentes, tan inteligentes.
Solo yo parezco encerrado en mí mismo,
agitado, ay, como el mar,
dando vueltas, ay, interminablemente.
Todo el mundo tiene propósitos,
solo yo permanezco ocioso como un mendigo.
Soy distinto de los demás.
Para mí, lo más importante es
buscar el alimento en el seno de la Madre...


"Lao-Tsé no fundó ninguna escuela, al contrario de lo que hizo Confucio. No sentía ni el deseo ni la necesidad de hacerlo. Porque no tenía la intención de difundir una doctrina. Vislumbró para sí las grandes conexiones universales, y vertió dificultosamente lo visto en palabras, abandonando a otros espíritus afines de épocas posteriores la tarea de seguir independientemente sus indicaciones, y contemplar por sí mismos el conjunto del mundo, las verdades que había descubierto. Y lo consiguió. En todos los tiempos han existido pensadores que levantaron la vista por encima de los fenómenos pasajeros de la vida humana, hacia el sentido eterno del proceso cósmico, cuya grandeza desafía toda conceptualización; en él encontraron la paz y el alivio que resultan de la capacidad de restarle importancia a la así llamada seriedad de la vida, una seriedad que carece de valor esencial intrínseco. Pero son unas pocas personas aisladas; por su misma naturaleza, esta manera de interpretar la vida no se puede cultivar en masa..."

"Cuando un principio unilateral se elabora hasta sus últimas consecuencias, siempre se manifiestan sus límites a partir de cierto punto. En este terreno, el hecho de tomar como principio fundamental al agua, al fuego, al átomo, al Ser o al Espíritu, no constituye una diferencia esencial: se trata siempre de un lado particular de la experiencia global, cuya aplicación necesariamente tiene límites. Esta es también la razón por la que los sistemas filosóficos particulares cambiaron constantemente durante el periodo cosmológico de la filosofía griega: todos carecían de un fundamento central. Esto explica por qué el principal defecto de todos aquellos sistemas aparece en cuanto se intenta aplicarlos al terreno psicológico. Un sistema cuyo principio básico es cosmológico nunca puede trascender los límites de una psicología materialista. La transformación de la filosofía griega se efectuó, como es sabido, durante el periodo del escepticismo subjetivo de los sofistas; pero no fue sino en el periodo posterior cuando, utilizando todos los materiales tantas veces reelaborados, se crearon los grandes sistemas de Demócrito, de Platón y, sobre todo, de Aristóteles, preparándose así con sus diversas tendencias el camino hacia una recapitulación homogénea del pensamiento.

El pensamiento chino siguió otros caminos esencialmente distintos. Ni Confucio ni Lao-Tsé se salieron del terreno de lo humano. Ver claramente este hecho es de fundamental importancia, sobre todo respecto a las enseñanzas de Lao-Tsé, ya que nadie discutirá que Confucio ha seguido siempre una orientación éticosocial. El TAO proclamado por Lao-Tsé, al contrario, parece ser algo puramente cosmológico. Pero esto no es más que la apariencia. Lao-Tsé indica repetidas veces el punto de partida que conduce a su conocimiento, mejor dicho, a sus intuiciones. Uno de ellos trata del SENTIDO (TAO), el otro de la VIDA (TE). Al final de ambos se halla explícitamente la pregunta: ¿Cómo conozco la naturaleza del mundo?, (refiriéndose a lo que anteriormente afirma del SENTIDO y la VIDA). La respuesta que sigue parece extraña en un primer momento: «Precisamente por esto». El énfasis que la posición confiere a estas palabras nos obliga a atribuirles una importancia que va más allá de la afirmación de una simple tautología. Del contexto resulta que el fundamento del conocimiento es cada vez un principio general, el cual se halla también presente en el individuo que reflexiona. Esta participación del individuo en el principio general de la verdad es lo que otorga la evidencia, raíz de toda certeza, a los conocimientos. De hecho, tres veces encontramos escrita la siguiente frase: el Sabio rechaza aquello y se ciñe a esto. Cualquier principio tomado de la experiencia exterior será rebatido con el tiempo y caerá en desuso, porque el conocimiento del mundo cambia con el progreso de la humanidad (el mundo reconocido es, en el fondo, el único mundo existente). Por el contrario, lo que se conoce gracias a la experiencia vivida en el centro de uno mismo (a partir de la luz interior, como dicen los místicos), queda indeleble a condición de que haya sido percibido de una manera realmente pura y verdadera..."